jueves, 6 de junio de 2013

LX. Cuando entre tanto estudio uno se vuelve nostálgico...

No sé por qué, o quizá sí lo sepa...no sé. La cuestión es que cuando llevo largas jornadas de estudio entre las manos, intentando labrarme un futuro entre montañas de apuntes, suele asaltarme siempre un sentimiento nostálgico, un sentimiento romántico que me hace evocar a personas que admiro y respeto, a momentos gloriosos de mis pasiones y me da, en definitiva por perder el tiempo, por distraerme y enajenarme de mis quehaceres académicos (sólo por un rato). 

En esta tesitura, y no recuerdo a santo de qué, me vino a la cabeza un juego que solía hacer años atrás y que de vez en cuando, quizá por ser un freak de esto, me gusta rescatar y entretenerme. Me siento y, por un momento, me juzgo empresario filántropo de una gran plaza de toros. En un despacho, bien arreglado, recibo el gran encargo de organizar la mejor feria taurina - y por tanto idílica e imposible - que se haya contratado jamás. Una feria que sea una auténtica panacea de la afición taurina. Un remanso de gloria y de triunfo clamoroso de la Fiesta en la que, toristas y toreristas, se abracen en un mismo espectáculo, rememorando la gesta y el valor constante, el honor en definitiva, de aquellos toreros de antaño. 

A raíz de esto me vino, ante todo, un nombre a la cabeza. Un ganadero que, por compostura, dicción, conocimiento, temple y convicciones admiro desde lo más profundo. El Excmo. Sr. D. Tomás Prieto de la Cal, marqués de Seoane, y criador de los toros que llevan su apellido. Imaginaba por un momento seis astados bien armados, vareados y luciendo ese precioso pelaje jabonero. Seis buenos ejemplares del ganadero de san Juan del Puerto y tres matadores dispuestos a doblarse con ellos, a lidiarlos y torearlos hasta las últimas consecuencias. ¿Quién podría matar esa preciosa corrida? ¿Tres grandes figuras? Ese apelativo, de figura, conlleva muchos matices que conducen al postureo y como se entrelee de las declaraciones del ganadero a Intereconomía, resulta más encomiable referirse a ellos como "los que mandan", que es más elegante. Quizá, haya que pensar en tres más mediocres, dispuestos a ponerse delante de cualquier bicho, indistintamente de su encaste. Pero como se trata de soñar...sueño con tres de los grandes: Valencia, Alicante y Sevilla. Quien sepa leer, que lea. No obstante, uno abre los ojos y se da cuenta de los depropósitos que a veces vierte la imagianción. ¡Cómo van a torear esos tres algún toro de este ganadero...! 

Entrevista a D. Tomás Prieto de la Cal
Al margen de la serie de sandeces que he soltado y que, si se sabe leer esconde una gran denuncia, me gustaría centrarme en el valor que trasciende desde la palabra de este ganadero de La Ruiza. En sus palabras más que afición, que la hay, se respira respeto y admiración no hacia un toro o hacia un torero sino hacia un concepto abstracto: la Fiesta. Lo más genuino del valor del hombre puesto al servicio de un animal fiero que sólo sabe acometer y defenderse, dejando su vida en el albero demostrando su bravura y su casta. 

En sus palabras hay resuellos de impotencia por ver cómo, no a corto plazo, de que el fin de este espectáculo va perdiendo su esencia más esencial. Demostrar el valor de un hombre ante un animal totalmente desconocido e incómodo, tanto en su presencia como en su desconocimiento. El Romanticismo de la Fiesta se está perdiendo en cada minuto y a su vez se va consolidando, por ferias, una tendencia ilógica  - otra subversión más del estadio lógico de las cosas - una estructura de poder que, por su propia definición, va en contra de las reglas mismas del propio mercado, desoyendo, menospreciando e insultando - ¡eso va por ti Niño perdido! - a quien sostiene económicamente la Fiesta, a través de su bolsillo y de su paso por taquilla. Bien sabe Dios y quien me conoce lo que pienso de José Tomás pero es, realmente, el único torero que ha sido capaz de volver a resucitar un espíritu perdido de entrega y sacrificio hasta el último aliento, donde el valor y el honor recuperan su capacidad de supremacía. El único torero que ha vuelto a ser un héroe social generalizado, conocido en la prensa nacional e internacional, capaz de llenar con un solo rumor el cemento de cualquier plaza de toros del planeta Tierra. ¡El único! Por que es el único que sabe subvertir el orden y ponerse donde ninguno se pone (o casi ninguno). Lo malo es que sólo le da al monoencaste...

El espíritu de José Tomás debería emebeber a todo el escalafón, dejándose los muslos ante todo tipo de toros. Como dice Prieto de la Cal ningún novillero que se preciase podía llegar a triunfar sin haber matado una novilla del hierro de Miura. Ningún matador que quisiera ser figura se iba de la temporada sin estoquear toros de las ganaderías más difíciles. Ahora eso sólo lo vemos en esas cosas que llamamos "gestas" y donde los toros, por mucha divisa verde y roja que tengan, vienen preparaditos para que Ángel Peralta regrese a los ruedos. 



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