domingo, 8 de enero de 2012

LIII. Desde el corazón

Quienes me conocen ya saben como pienso y huelga ahondar más en eso. Saben quién soy y de dónde vengo. A veces fui injusto con la gente que conocí cuando viví más arriba de la Puebla de Don Fadrique. Los metí todos en el mismo saco y, realmente, tengo que decir que no me gustaría plantar alcachofas del Ebro hasta la Jonquera, como he dicho en muchas ocasiones. No todos merecen un trato así. Hay gente que merece la pena y con creces, por quienes merece la pena guardar un respeto y un signo de admiración.

En estas fiestas navideñas he pasado una semana por aquellas tierras de Dios - aunque de Él reniegan la mayoría - y me he encontrado nuevamente con un elenco de amigos que, sin pensar ni compartir un ápice de mis ideales, me quieren y me defienden a capa y espada. Para mí eso no tiene nombre. Eso es la amistad. Por eso quiero ofrecerles unas líneas de agradecimiento a quienes, tras este periplo en Granada, a lo que yo llamo cariñosamente como mi exilio político, han seguido estando ahí, a las duras y a las maduras y nunca se apartaron de mi camino. Eso demuestra que no todos los catalanes son como dicen que son, sino que los hay que merecen la pena y con creces. El problema está, como en todo, en cuatro pelagatos que arman jaleo y le crean mala fama al resto. ¡Siempre pasa igual!

Antes de ponerme a escribir estaba cuchicheando por el perfil de una persona a la que considero amiga y da gusto, aunque resulte irónico, ver cómo la gente sigue igual. Tan roja como siempre. Decía aquel que quien no es de izquierda a los 20 no tiene corazón y quien a los 40 lo sigue siendo es que no tiene cabeza... yo es que siempre he sido muy racional, ¿saben?. El problema de esto es cómo hay gente, casi enferma, que aborrece algo que no conocen siquiera. Hablan de España como si la conocieran y lo más que han pisado ha sido el tranco de su casa. Ni han salido de su pueblo ni han visitado las maravillas que hay en la geografía española. Insultan con su demagogia al sentido común, a la historia, al arte, a la cultura en general. Pero les da lo mismo. Eso, señores, es lo que me da miedo de Cataluña. Cómo una parte de ese jovent que ellos ensalzan se yerguen en la vida con una metástasis cerebral sin solución ni enmienda. Han sido criados y alimentados bajo el odio y el rencor, bajo la estulticia de quien vive toda su vida recluido en sus propias fantasías, quimeras e ilusiones. Viven del día aquél en el que perdieron el juicio, alimentando insanamente a una sociedad débil, sin principios, sin moral y sin conciencia de los símbolos y de los elementos antropológicos más elementales del ser humano.

Cuando leo esas arengas hispanofóbicas, esos mensajes viperinos a través de música, literatura y poesía sólo consiguen estremecerme hasta lo más profundo y en hacerme pensar cómo pude convivir durante 19 años bajo esa realidad. A veces sólo queda una alternativa, volver a ir a Cataluña, rodearse uno de sus amigos y ver cómo no es oro todo lo que reluce. Como esa chusma no lo es todo, aún queda gente tolerante, gente que sin compartir tus ideas te quieren y tú les quieres a ellos por como son, sean del credo que sean, a pesar de viváis en dos realidades distintas. A día de hoy, cuando vea a esa gente culturalmente impedida y privada de juicio sólo me quedará apiadarme de ellos y esperar en su propia felicidad, puesto que si ellos bajo su ignorancia corrompieron las entrañas de una sociedad cívica - como Cataluña siempre fue - más tienen ellos que lamentar, por el odio que todos les tienen, que yo mismo, que vivo en una tierra que sólo espera ser feliz en un mundo más justo, que sólo busca la paz y no le importa estar con otros pueblos juntos y por ello, nunca perdieron ni perderán su identidad.

1 comentario:

  1. ¿De típicos y tópicos nos van a contar en el Sur? Ya llevo dos horas y cinco minutos despierto... Paréntesis en este momento, y a seguir trabajando. ¿A Noé le cuentan sobre las lluvias?

    Claro que en el Sur a muchos no nos gustan ni las romerías ni las ferias. Pero el estigma se lleva sobre el lomo. Luego mil escusas, tocayo, pero mientras gubernamentalmente se apoyen ideas como las que denuncias, todos dentro del mismo saco.

    Y uno ha viajado por la geografía hispana y por la europea.

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