miércoles, 15 de junio de 2011

XLVII. El coño de la Bernarda


No sé si será el calor, las ganas de que llegue el 12 de julio o qué, pero cada vez que me siento a leer la prensa acabo con una especie de frenesí que me lleva a expeler adrenalina y ganas de escribir. A media tarde leía la edición digital de un periódico catalán - sí, soy como Aznar, en la intimidad leo y hablo la lengua de Mossèn Cinto, ¡ah, no...que también hablaba en castellano... - y se comentaba de un modo relativamente extenso la problemática que existe en el día de hoy en las inmediaciones del Parlamento del Principado. Una manada, quizá piara, de indignados, si bien los de allí serían indignats, tienen la inteción sesuda de boicotear, coaccionar, intimidar y zarandear al régiment democrático que existe en Cataluña y, por supuesto, en el resto de España. Gristo, insultos, improperios e incluso amenazas son las que esta panda de energúmenos parasitarios profieren y vociferan contra la casta política catalana.

El presidente político catalán ha insistido en el probable uso de la fuerza policial ante este tipo de altercados que insuflan el odio y la inestabilidad hacia el orden y el cual es fruto de una absoluta ignorancia, de una manifiesta incapacidad cultural, una demarcada falta de convivencia y sobretodo de un sentimiento dictatorial y fascista contra el orden moral, el orden constitucional y la armonía en la sociedad. Eslavones perdidos de una segunda generación en democracia la cual en Cataluña mantiene viva, y no saben cuánto, la idea radical de las dos Españas. Una mentalidad fraguada en el rencor, en la idea de la opresión política desde el siglo XVIII y en el odio sistemático y contraproducente contra el capital, contra la propiedad privada y contra la economía. Un sentimiento catalanista en estado puro, según ellos. La realidad, claro está es otra, sólo hay que revisar los documentos y la Historia. Esta caterva anarquista no sabe lo que quiere, a la vista salta. Gritan orgullosos Nadie nos representa, no obstante mantienen portavoces, asambleas directivas, asambleas jurídicas...una organización racional que nos entronca con un modelo de Estado moderno y contra el cual ellos mismos conspiran y se alzan. ¿Dónde está aquí la congruencia? Brilla, claro, por su ausencia.

Atentan contra la propiedad privada, asaltando inmuebles y viviendas que nos les pertenecen; conquistan emplazamientos públicos - que son de todos - y se niegan a dejar que los demás disfruten armoniosamente de los mismos, denotando un gusto claro por el totalitarismo. Se exaltan en sus voces, en sus gritos, en sus actitudes. Necesitan gritar para que los demás les oigan y crean así que en verdad son poseedores de la verdad. ¡JA!. No quieren convivir con los demás, sólo con quienes les son afines, son auténticos sectarios en los que sólo aceptan a aquellos antisistemas y que adolecen de esa falta de higiene que tanto les caracteriza. Son radicales, marginados sociales - por que ellos quieren, por supuesto - que con sus tendencias de moda, con pelos de colores, afeitados capilares, ropas raídas, malolientes y caras sucias les obligan, por sentido común, a quedar al margen de la razón y del orden moral, ético, social y cultural. ¿Quién coño va a contratar a una persona con estas pintas que incitan, irremediablemente, al desorden y a la bohemia? Reclaman libertadades para un pueblo oprimido, para una clase obrera...Estos, por supuesto, no tendrán ni idea y mucho menos los catalanes que precisamente las clases obreras españolas en tiempos similares de carestía y crisis votaron todos en masa a los ultrarrealistas y carlistas que abogaban por el Antiguo Régimen... Cataluña, para más inri, se ha asociado siempre a la élite económica, ese orgullo patrio que proclaman estos indignats de pacotilla con sus lemas indepentistas y anarquistas...primero manifiestan que sí creen en el Estado y en el orden constitucional, algo que con sus propuestas insurrectivas y anti-sistema pues dejan realmente en duda...qué ideales tienen. Retomando la idea, Cataluña es lo que es gracias a la industria, gracias a la élite económica catalana que a lo largo del XIX y del XX levantaron un territorio mísero azotado por las epidemias y las crisis de subistencia agrícola. No se piensen que era esto mucho más próspero esto antes que llegase Felipe V. O sea que defienden una Cataluña rica y plena, de fundamentos sólidos en el capitalismo pero a través de la insurrección obrera, del anticapitalismo y de la revolución popular y cultural más mugrienta posible. Claro, aquí hay un conflicto visceral de conceptos algo que nos lleva a asumir una idea mucho más interesante. Diagnóstico: complejo de nueva democracia. Quieren libertad pero no respetan los límites y los derechos fundamentales que garanticen precisamente sus libertades. Lo que yo decía, el coño de la Bernarda o como dicen por encima del Ebro, aixó és como el cul d'en Jaumet.

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