viernes, 16 de diciembre de 2011

L. El complejo mundo de la historiografía artística

Haciendo caso de mi querido tocayo, al que aprecio y admiro, voy a intentar por millonésima vez no abandonar el blog a su suerte e intentar ser algo más constante en la publicación de entradas e ir reflejando, en medida del tiempo del que disponga, algunas de las ideas que a diario pasan por mi cerebelo. El tema está en que, entre unas y otras, siempre encuentras mejores cosas que hacer si bien, de vez en cuando sentarte a escribir es útil, te mantiene ágil en el vocabulario y te ayuda a que fluyan mejor las palabras. Pero la cuestión es otra...

Llevo demasiado tiempo dándole vueltas a ciertos planteamientos, a ver qué opinan ustedes. Si a mí se me estropea la televisión tengo que llamar al electricista, ¿no?; si caigo enfermo tengo que acudir a un médico, ¿no?; si tengo que arreglar temas financieros pido a ayuda de un asesor, ¿no?... Entonces, ¿por qué coño cuando se habla de arte nadie acude a los historiadores del arte? Por que te encuentras por la calle hablando y discutiendo de arte hasta el más paleto (que abundan) y oyes cosas que, sinceramente, claman el cielo o como diría mi profesor de filosofía, t'en fas creus! La verdad es que de un tiempo para acá creo haber encontrado la respuesta, o por lo menos un tipo de razonamiento más o menos lógico y cuerdo. España, como siempre, va con unas pocas décadas de retraso a las élites culturales europeas, e incluso siglos si nos referimos a la historiografía del arte. Cuando allí teorizaban sobre el arte, sobre la psicología del estilo, sobre las ideas estéticas aquí estábamos desamortizando conventos e iglesias y fusilando indiscriminadamente nuestro patrimonio, que es lo suyo... O sea que, la cosa viene de base. Los alemanes, por ejemplo, se tomaron muy a pecho lo del arte, nosotros sólo nos pitorreamos. Ahora ellos lo tienen como disciplina científica y aquí lo tenemos como la alternativa de la Selectividad cuando te ponen un cinco.

Ahora es cuando la gente me achaca es que eres un extremista que hay que ver las cosas de otro modo...¡Ya! El hecho de que yo asista a una clase y donde veas que la mayoría del personal que acude es por que no pasar frío en la calle, donde la gente lo único que busca es tener un título con la firma del rey (aunque sean republicanos). Y si los del pupitre están en ese plan figúrense los que están en el estrado. Mejor me callo. Pero la cuestión fondo está en la calle. ¿Qué respeto merece un historiador del arte? Una persona que ha dedicado cinco años de su vida, sino más, a formarse en lo que es ARTE, en lo que es un estilo, en las propiedades plásticas que posee, en las cualidades matéricas que le son inherentes, en la grandeza de las formas, en una serie de conceptos que por sublimes no te permiten desengancharte de ese mono que te causa. Pues en la calle cogen y, encima, se ríen de él. ¿Quiénes son los primeros? Los de las hermandades. Usted va, se presenta como historiador del arte o, en su defecto, como estudiante de Historia del Arte, y lo primero que se les pasa por la cabeza a esos dirigentes cofrades es una musaraña galopando por su masa encefálica, lóbulo frontal arriba y lóbulo occipital abajo. Y lo peor es que muchos son hasta catedráticos.

Las hermandades tienen el gusto artístico, por defenición global y exceptuando casos concretos, donde ustedes y yo sabemos. Les importa un carajo que sea una pieza del siglo XVII, atribuída a Alonso Cano, que tiene unas cualidades artísticas concretas...que ellos cogen su martillo, le clavan tres clavos y a tomar por culo la obra de arte. Les importa un pepino que sea un tapiz flamenco del XVI o que sea un barro pintado al huevo de antes de ayer, por que le dan la misma importancia: ninguna. Cómo se explican sino que esté el patrimonio de las hermandades hecho añicos, en estado deplorable y....¡cuántas cosas más! Pero la cosa no acaba ahí, más que nada por que muchas no tienen de ese patrimonio histórico, lo adquieren a día de hoy. ¿Se interesan las hermandades por un patrimonio de calidad? ¿Entienden ese concepto indisoluble de lo que es el arte, la estética y la función religiosa que desempeña? Por que no vale sacar a la calle cualquier cosa, aunque visto lo visto sí. Fruto de esa ignorancia mayúscula dejan el dinero y las decisiones en manos de incompetentes, de abnegados culturales y auténticos talibanes del arte. Se gastan fortunas en auténticos bodrios que, además, pagan a precio de oro y convencidos - por que el vendedor de la ha metido doblada - de que su nueva pieza de patrimonio es la joya de la corona. ¿Quieren hacer el favor de pedir ayuda y dejarse asesorar? Pero, por favor, no acudan a un licenciado o a un estudiante de Bellas Artes, que ellos pintan, esculpen y demás, pero no estudian Historia del Arte (sólo dan 12 créditos de los 300 que tiene la carrera). Ellos que pinten, que diseñen pero bajo las directrices de un historiador, que les diga qué es el Gótico, qué es el Renacimiento o qué es el Barroco. No que cogen y hacen lo que le sale de las narices, ajustándose a criterios imposibles y antiacadémicos por definición.

La gente critica a los historiadores del arte de no querer involucrarse en la Semana Santa, de que los historiadores del arte somos anticofrades. Mentira. Los historiadores del arte, como tales, sólo buscan la expresión auténtica del mismo, la manifestación absoluta e íntegra de los estilos, acorde a una estética y a planteamientos mucho más profundos que del tópico del ¡¡¡qué bonico, ay qué prenda!!!. Una persona que sin estudios se ponga a discutir con un especialista en arte es un atentado contra el sentido común, es como si fuesen al médico y decirles los pacientes qué tienen que recetarles. Por lo tanto, los historiadores del arte no somos anticofrades, los cofrades son, más bien, antiartísticos.

1 comentario:

  1. Es que las aguas son procelosas... Porque durante décadas el estigma del arte sacro (si es que ha desaparecido, que lo pongo en tela de juicio) ha retraído a la mayor parte de los mejores historiadores del arte de este país y ha sembrado un laicismo inculto en muchas aulas. Si bien Granada ha capeado con decencia ese choque entre enseñar arte y la progresión lineal de la estética humana más allá de cuestiones religiosas, con no desprestigiarlo porque contenga el lienzo una imagen de María (verbi gratia), lo cierto es que en otras Universidades el panorama es de susto.

    El siguiente problema es la función social que cumple el historiador del arte, su productividad comunitaria, su inserción laboral. Es mucho más difícil que un historiador curse la asignatura por mero placer a sabiendas de la dificultad que obtendrá en sacarle partido a sus conocimientos que lo haga un médico, donde la utilidad y practicidad de su carrera estará a salvo de toda duda.

    Y así, encaminado al sistema educativo (del que huimos convencidos un buen número de licenciados) como principal sino exclusivo recurso laboral, es casi una utopía que una Facultad "para" un historiador del arte bueno, rotunda y absolutamente bueno, donde el academicismo y la intelectualidad científica de su carrera sean el primer motivo que lo llevó a pisar las aulas y no obtener un título y conseguir un puesto fijo.

    Si nos adentramos en lo cofrade, la situación va a mejor. Aniversarios, efemérides y ciclos culturales o conferencias que ayer eran abono en el desierto hoy empiezan a oírse publicitadas. Y eso es una garantía de que interesa el arte y sobre todo, contar con quién sabe de arte.

    Yo he traído ya para tres hermandades distintas al que tengo por el que más sabe de arte sacro entre los siglos XVI a nuestros días de toda Andalucía. Las tres veces, el auditorio no superaba los 43 asistentes. Para una charla de cualquier otro tema cofrade, sería a veces necesaria la Sala Lorca del Palacio de Congresos.

    Pero estoy convencido que cada año la sensibilidad del hermano es mayor. Ahora hace falta combatir un mal más peligroso: que las restauraciones las haga un restaurador, nunca un creador (artista imaginero y derivado). Y al fin, veo muy buen futuro en manos de diseñadores serios, consecuentes, originales, creativos y además, amparados por la Historia del Arte, como es Álvaro Abril. Y esto es un paso gigante en relación a hace unos años.

    ¡Bien tocayo! Y sigue, que esta entrada es suculenta y productiva. ¡Quiero más!

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