Déjame, Señor, llevar tu Cruz
y cuan sea presa de la muerte
y postrado esté mi cuerpo inerte
déjame verte y ver tu luz.
Dame hoy pues, Cordero de Dios
tendida la mano a sentir tu gloria,
que nunca se borre de mi memoria
tu amor que en mi estuvo en pos.
Quiero beber tu sangre, tu palabra,
y estrecharla, al fin, contra mi pecho,
y llorarte muerto en tu lecho,
viendo que la vida se entreabra.
Lleva Pastor a tu rebaño,
ya que él en ti guardó su voto
y todo su corazón devoto
por ser su Protector año tras año.
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