He aquí, pues, mi brindis y homenaje a un poeta granadino que vivió a la sombra de otros ecos y al que no se le da justicia. Va por usted, Don Manuel.
No han de dejarte, no, sobre la arena,
derrumbado peñón, cegada fuente,
para que el hielo invada lentamente
la oreja tibia y la encendida vena.
Te arrastrarán con prisa las mulillas
alegramente a látigo trotando,
antes de que la muerte enfríe el blando
huerto de sangre de las banderillas.
¡Ay, fiereza cortada en flor!
Despojo de cinturas, capotes y alamares,
mar de furia sin pulsos y sin olas.
Más que caritativamente rojo,
brilla y rebrilla por tus costillares
un ramo de sangrientas amapolas.
derrumbado peñón, cegada fuente,
para que el hielo invada lentamente
la oreja tibia y la encendida vena.
Te arrastrarán con prisa las mulillas
alegramente a látigo trotando,
antes de que la muerte enfríe el blando
huerto de sangre de las banderillas.
¡Ay, fiereza cortada en flor!
Despojo de cinturas, capotes y alamares,
mar de furia sin pulsos y sin olas.
Más que caritativamente rojo,
brilla y rebrilla por tus costillares
un ramo de sangrientas amapolas.
No han de dejarte, no, sobre la arena
Benítez Carrasco, Manuel
Benítez Carrasco, Manuel
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