Con la frase con la que hoy encabezo el artículo es la misma con la que el pasado día culminé mi última bloguera intervención. Y hay motivos para recurrir a tan socorrida sentencia y es que en los tiempos que estamos y con días apremiando es necesario encomendarse a las Tres Personas, a la Virgen y al santoral y martirologio completos. La lidia es dura y el albero incierto.
Granada entera respira los acontecimientos. Calles vacías, avenidas desiertas, bares a media asta y cajas registradoras de capa caída. Estamos a las puertas de febrero, y con éste los exámenes. Pruebas de diversa afección según se trate. Para unos delicioso manjar con el que defogar sus ansias sapientales, para otros - la mayoría - una cruz de penitencia que sume en el miedo y el estertor de tener que memorizar y asimilar conceptos asaz aburridos y harto inútiles en la mayoría y donde únicamente se refleja una nimia estadística que a menudo no corresponde con la realidad académica y erudita del que estudia, puesto que es natural ver a cazurros, botarates y cenutrios blasonando imbéciles calificaciones que ni ensoñadamente merecen pero que, irremediablemente, el juicio del evaluador se somete a la benevolencia más insospechada regalando por doquier matrículas y sobresalientes como quien regala margaritas de abril. Cosas de la vida...
Empero esperemos salir briosos del lance, capear lo mejor el temporal y esperar ansiadamente las claras de marzo, cuando atrás quedan las angustiosas horas previas del examen, las tediosas horas de estudio y las tensas horas de la propia evaluación. Lo dicho, que Dios reparta suerte.
Granada entera respira los acontecimientos. Calles vacías, avenidas desiertas, bares a media asta y cajas registradoras de capa caída. Estamos a las puertas de febrero, y con éste los exámenes. Pruebas de diversa afección según se trate. Para unos delicioso manjar con el que defogar sus ansias sapientales, para otros - la mayoría - una cruz de penitencia que sume en el miedo y el estertor de tener que memorizar y asimilar conceptos asaz aburridos y harto inútiles en la mayoría y donde únicamente se refleja una nimia estadística que a menudo no corresponde con la realidad académica y erudita del que estudia, puesto que es natural ver a cazurros, botarates y cenutrios blasonando imbéciles calificaciones que ni ensoñadamente merecen pero que, irremediablemente, el juicio del evaluador se somete a la benevolencia más insospechada regalando por doquier matrículas y sobresalientes como quien regala margaritas de abril. Cosas de la vida...
Empero esperemos salir briosos del lance, capear lo mejor el temporal y esperar ansiadamente las claras de marzo, cuando atrás quedan las angustiosas horas previas del examen, las tediosas horas de estudio y las tensas horas de la propia evaluación. Lo dicho, que Dios reparta suerte.
Más que suerte yo te deseo CAFÉ... Ay, qué recuerdos... ¡Coño qué viejo estoy!
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