No me ha causado nunca rechazo, ni vergüenza tampoco, menos aún reparo en hablar publicamente en catalán, jamás. Pero a día de hoy, en esta tierra que hoy contemplo desde la distancia asumo un bochorno que me obliga a agachar el cerviz ante todo lo que oigo, leo y visualizo. No soy capaz de reconocer a la tierra en la que vi la luz del mundo, no soy capaz de identificarme ni en el ápice más ínfimo que se cuece allí. Me lamento de ello, por supuesto, por sentirme un catalán obligado a desertar y a asumir una marginalidad manifiesta.
No voy a emplear esta vez el tono satírico del que suelo hacer uso pero, más que nunca, voy a llamarle pan a lo que es pan y vino a lo es vino. Harto estoy de tener que escuchar por la calle, cuando me paran conocidos o allegados de aquello de "anda lo que están liando en Cataluña con los toros...". ¿A mí me lo van a venir a contar?
Se pone en boga, nuevamente, y como si esto fuera una cuestión de mercadillo la prohibición en Cataluña de la Fiesta Nacional, o de los toros, o brava o como quieran llamarle...¡siempre con los eufemismos! La cuestión de fondo es la discusión que, como saben, se está llevando a cabo en el Parlamento catalán en las últimas semanas. El tono político roza la subnormalidad, la retórica suena a deficiencia mental - y perdón por aquellos que adolecen de tal patología, pues, puede resultarles ofensivo que les comapren con los políticos catalanes.
Se les ocurre llevar una banderilla y un estoque a la Mesa y apostillan con lo de "¿esto no duele?". Visto está que el Dr. Jorge Wasenberg, quien realizó tal hazaña, tiene un profundo complejo de tamaños y una ponderancia dudosa, pese a ser físico, de lo que puede suponer en deferencia con el tamaño el dolor infringido. Véase, pues, que si a este ilustre señor le clavan 20 mg de Nolotil en el glúteo chillará como todos chillamos, métale un jeringuillazo de Nolotil a un toro y el toro seguirá pastando en la dehesa como si un mosquito le hubiera picado. Por la contra, si una banderilla usted se la clava a un señor, o señora, elefante posiblemente tampoco haga grandes aspavientos mientras que si a usted, ilustre ponente, le ponen un par de garapullos en lo alto del morrillo verá, como menos, parte del firmamento de ésta y las galaxias de allende.
En alusión a estos insostenibles argumentos, pero efectistas como todos los que esgrimen la izquierda petulante, haría falta rebatir con argumentos de peso y expuestos por un doctor universitario experto en fisiología animal, no un físico de tres al cuarto que sólo escribe para el cutre-progesismo subpirenaico.
El Dr. Juan Carlos Illera del Portal, profesor titular de la Facultad de Veterinaria de la UCM, miembro de número y secretario de la Real Academia Española de Ciencias veterinarias, publicó en su día un trabajo en el que se argumentaban sólidamente mediante estudios hepáticos, renales, cardiacos y de fluidos del bos taurus (toro de lidia) que el sufrimiento del toro durante la lidia era nulo debido a la secreción glandular de serotonina que contrarresta el dolor inflingido durante la la lidia y muerte del toro.
Podría citar el nombre de quien sentenció que una corrida de toros es algo similar al maltrato a la mujer así como la ablación genital a las mismas por algunas tribus de África. Podría hacerlo, sí, pero hay gente tan hija de puta en este mundo, tan sumamente imbécil, que sería un atentado contra el sentido común reproducir ese nombre, que debería ser excomulgado per saecula saecolorum, sin ningún sentido. ¿Para qué aportar más calificativos sobre este ser si sólo se describe con sus aportaciones morales?
Sinceramente a estas alturas me da igual lo que aleguen, lo que digan. Hemos demostrado, una vez más, que los taurinos, que la gente del toro, somos y son una panda de incompetentes mayúsculos capaces de enviar al frente a gente que, salvo Luis Francisco Esplá, adolece de una debilidad mental e intelectual que le hace incapaz de hacer frente a un debta ideológico sustancial con argumentos originales y sopesados. ¿Dónde están los intelectuales? ¿Dónde está la gente que sabe, esa que recorre la geografía dando conferencias y ponencias a diestro y siniestro sobre cultura taurina? ¿Dónde quedan los moralistas que razonan sobre la realidad del mundo del toro? ¿Dónde quedaron los antropólogos que esgrimían la licitud de la Fiesta de los toros? Hemos demostrado, irremediablemente, que somos unos analfabetos. Que somos un atajo de borricos, un rebaño lanar capaz de levantar la vista si no hay un pastor que nos guíe. Somos incapaces de pensar por nosotros mismos sin tener que acudir a las Autoridades culturales de antaño. No se vive eternamente de las glorias, hay uqe labrarse el presente y el futuro. ¡Me rindo! ¡Paren el mundo que me apeo! Renuncio a mi taurinismo militante para relegarme al ostracismo voluntario provocado por una vergüenza ajena. Ahí lo llevaís.
No voy a emplear esta vez el tono satírico del que suelo hacer uso pero, más que nunca, voy a llamarle pan a lo que es pan y vino a lo es vino. Harto estoy de tener que escuchar por la calle, cuando me paran conocidos o allegados de aquello de "anda lo que están liando en Cataluña con los toros...". ¿A mí me lo van a venir a contar?
Se pone en boga, nuevamente, y como si esto fuera una cuestión de mercadillo la prohibición en Cataluña de la Fiesta Nacional, o de los toros, o brava o como quieran llamarle...¡siempre con los eufemismos! La cuestión de fondo es la discusión que, como saben, se está llevando a cabo en el Parlamento catalán en las últimas semanas. El tono político roza la subnormalidad, la retórica suena a deficiencia mental - y perdón por aquellos que adolecen de tal patología, pues, puede resultarles ofensivo que les comapren con los políticos catalanes.
Se les ocurre llevar una banderilla y un estoque a la Mesa y apostillan con lo de "¿esto no duele?". Visto está que el Dr. Jorge Wasenberg, quien realizó tal hazaña, tiene un profundo complejo de tamaños y una ponderancia dudosa, pese a ser físico, de lo que puede suponer en deferencia con el tamaño el dolor infringido. Véase, pues, que si a este ilustre señor le clavan 20 mg de Nolotil en el glúteo chillará como todos chillamos, métale un jeringuillazo de Nolotil a un toro y el toro seguirá pastando en la dehesa como si un mosquito le hubiera picado. Por la contra, si una banderilla usted se la clava a un señor, o señora, elefante posiblemente tampoco haga grandes aspavientos mientras que si a usted, ilustre ponente, le ponen un par de garapullos en lo alto del morrillo verá, como menos, parte del firmamento de ésta y las galaxias de allende.
En alusión a estos insostenibles argumentos, pero efectistas como todos los que esgrimen la izquierda petulante, haría falta rebatir con argumentos de peso y expuestos por un doctor universitario experto en fisiología animal, no un físico de tres al cuarto que sólo escribe para el cutre-progesismo subpirenaico.
El Dr. Juan Carlos Illera del Portal, profesor titular de la Facultad de Veterinaria de la UCM, miembro de número y secretario de la Real Academia Española de Ciencias veterinarias, publicó en su día un trabajo en el que se argumentaban sólidamente mediante estudios hepáticos, renales, cardiacos y de fluidos del bos taurus (toro de lidia) que el sufrimiento del toro durante la lidia era nulo debido a la secreción glandular de serotonina que contrarresta el dolor inflingido durante la la lidia y muerte del toro.
Podría citar el nombre de quien sentenció que una corrida de toros es algo similar al maltrato a la mujer así como la ablación genital a las mismas por algunas tribus de África. Podría hacerlo, sí, pero hay gente tan hija de puta en este mundo, tan sumamente imbécil, que sería un atentado contra el sentido común reproducir ese nombre, que debería ser excomulgado per saecula saecolorum, sin ningún sentido. ¿Para qué aportar más calificativos sobre este ser si sólo se describe con sus aportaciones morales?
Sinceramente a estas alturas me da igual lo que aleguen, lo que digan. Hemos demostrado, una vez más, que los taurinos, que la gente del toro, somos y son una panda de incompetentes mayúsculos capaces de enviar al frente a gente que, salvo Luis Francisco Esplá, adolece de una debilidad mental e intelectual que le hace incapaz de hacer frente a un debta ideológico sustancial con argumentos originales y sopesados. ¿Dónde están los intelectuales? ¿Dónde está la gente que sabe, esa que recorre la geografía dando conferencias y ponencias a diestro y siniestro sobre cultura taurina? ¿Dónde quedan los moralistas que razonan sobre la realidad del mundo del toro? ¿Dónde quedaron los antropólogos que esgrimían la licitud de la Fiesta de los toros? Hemos demostrado, irremediablemente, que somos unos analfabetos. Que somos un atajo de borricos, un rebaño lanar capaz de levantar la vista si no hay un pastor que nos guíe. Somos incapaces de pensar por nosotros mismos sin tener que acudir a las Autoridades culturales de antaño. No se vive eternamente de las glorias, hay uqe labrarse el presente y el futuro. ¡Me rindo! ¡Paren el mundo que me apeo! Renuncio a mi taurinismo militante para relegarme al ostracismo voluntario provocado por una vergüenza ajena. Ahí lo llevaís.
Vamos a ver David... Me parece baladí el asunto taurino en Cataluña, cuando la persecución educativa, lingüística y de facto a lo español, se viene produciendo desde hace años y con mayor virulencia.
ResponderEliminarEn otro país con más civilización, recorrido democrático, poder económico e indicadores sociales de peso y fuerza, esto no pasa.
Así que sintiéndolo mucho por ti, a Cataluña la arreglaba yo rápido y ligero. Me iba a durar a mí el Estatut y la Generalitat, y el catalanismo, y el "catalonia is not Spain" y el Himno ese de segadores, la Moreneta y la putísima madre de muchos, de cuarto a media hora, por estas...
Y como Espartero, ante el Viático, preguntado por el sacerdote: ¿Perdona a sus enemigos? No, porque no dejé ninguno vivo.
Pues eso, a plantar olivos, que baje el litro de aceite.
Pero oye, sin temblarme el pulso, ¿eh? De modo que con Vascongadas, figúrate...
No ha de ser un tema baladí puesto que los toros es parte del genocidio cultural que están llevando a cabo: están intentando embaucar a la gente de que es una tradición que no les pertenece, que se identifica con España, y que por eso no la quieren, por mucho que intenten tildarlo de fines ético-morales. ¿Quiénes son para imponer ética y moral cuatro políticos mal avenidos? No es baladí tocayo. Es cruciall por que puede suponer el principio del fin.
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