Cuando el sábado volví a iniciar las andaduras por estos lares, con intención de mantener activo el blog lo más a menudo que me fuera posible, había pensado, sinceramente, que el sábado sería el momento perfecto para ir aportado algunas de mis reflexiones de forma pública. E intenté cumplir esa inteción, pero a la luz de los acontecimientos...
Sé, que a veces, por pensar en voz alta me han caído más de un palo. A la gente, a según qué gente, no les gusta que les digan las cosas tal y como son, más allá de cualquier envoltorio melífluo y cobertura protocolaria. Pero, como vemos, las cosas son como son. Ante un Cabildo soberano manifesté una posición neutra ante la Magna Mariana, por no querer oponerme ante la opinión general de mi hermandad y lo hice con un motivo, el cual hoy mantengo, el que, aunque sin generalizar - por que habrá quién sí crea que todo esto se organiza con un sentido pío y espiritual - lo que va a acontecer en Granada durante el próximo mes de mayo es un escaparate burdo para el lucimiento y el reclamo turístico y eso, señores, miren por donde lo miren, no casa con la espiritualidad, si con la religión por que en la fe y en el creo hay mucho de cultural y de ahí podríamos derivar en el patrimonio, la difusión y otras muchas cuestiones. Pero, en el fondo, la Magna, por mucho que se saque a la palestra como un modo de las hermandades para obtener las gracias espirituales del Jubileo no es más que lo que es. A las pruebas me remito.
Primero el 25 de mayo, para así no distraer a las grandes masas con otros acontecimientos sociológicos dentro de Andalucía pero, ahora, resulta que en esa fecha coincide una final de fútbol y el inicio del Corpus. El Ayuntamiento y la Policía se molestan por que cómo van a controlar la ciudad. Exigen más que proponen que las hermandades queden organizadas por ellos y no por la Federación; a todo esto salta la Federación, indignada y los Hermanos Mayores que están que trinan; el Arzobispo los consuela y, en afán paternalista, decide quitarle hierro al asunto y decreta que la Magna Mariana será el día 18, coincidiendo con el Rocío en Huelva y con la Archicofradía de María Auxiliadora con previsión de salir ese día a la calle...
¿Qué podemos venir a deducir de todo este vericueto? Pues que Pedro Muñoz Seca ve esto y te saca una astracanada que arrasa en las tablas del Isabel la Católica durante seis meses consecutivos. Es surrealista se mire por donde se mire. Y es que, como apuntaba
Sergio Berbel en su página personal en Facebook, aquí y algo - en verdad hay muchas cosas - que no terminan de calar en el subconsciente de más de una persona. Entre ellas podríamos venir a destacar el sentido de la imagen pública, el sentido del decoro, el sentido de la firmeza, el sentido de la organización...en definitiva, el sentido del protocolo, entendido en el modo de actuar conforme a las buenas costumbres, teniendo todo previsto, y anunciándolo adecuadamente.
¿Por qué hemos llegado a este malestar general todos los cofrades? Por el afán del chisme que, a veces, nos envuelve a todos y nos hace llegar a situaciones histriónicas como ésta. Para mí, todo esto arranca de la incapacidad fehaciente que existe de mantener la boca cerrada cuando la ocasión lo requiere, entender que hay decisiones, conversaciones, disputas que no son de interés público y cuyas determinaciones no pueden filtrarse por los bajos fondos sino que, como mandan las buenas formas, esperar pacientemente a que se consensúe una determinación y se exponga ante el público de una forma oficial. Sino, ¿cómo toda la Granada cofrade se enteró de que en el pleno extraordinario de Hermanos Mayores con participación del Arzobispo de que la Magna Mariana se iba a adelantar una semana? Pues por que habría más de un hermano mayor con incontinencia verbal (lo que digo no se refiere a ninguno de ellos en concreto, ni pienso en nombres y apellidos a la hora de decir esto), con incapacidad manifiesta de saber estar en su lugar y saber guardar silencio. ¡Sólo hay que verlo en los Cabildos de oficiales que hay en las hermandades! ¿Acaso no se dice que las deliberaciones de la Junta de Gobierno son secretas? Pues siempre hay alguien que acaba filtrando la información... ¡Nos supera el afán de maruja! ¡Nos supera el espíritu del correveidile de rumor y chascarrillo recién amasado! Las hermandades demuestran que no saben estar. Demuestran que no saber ser lo que deben ser, que les queda grande la consideración que se les tiene (en algunos casos). Ellas mismas no se conciben como una institución donde el peso de la tradición - aunque sea de tres décadas - les determina, donde la Historia les espera para juzgarlos. Parece, a veces, que son más un club social que auténticas entidades culturales y religiosas.
Y algunos dirán ahora, pero hay qué ver, que la culpa no es de las hermandades...cierto, al menos en parte. La culpa la da la ciudad. Esta ciudad, tan bendita para algunas cosas y tan especial para otras. Granada, vive de lo que fue pero de lo que no le queda nada. No queda nada de esa nobleza y esa gloria intelectual y cultural que fue en el siglo XIV, XV o XVI. Algunos atisbos, así lejanos, en determinados momentos, con focos florecientes, pero que en ningún caso trascendieron lo suficiente. Granada, lo poco que tenía lo perdió a mediados del siglo XX, dejando de ser una ciudad para ser un pueblo grande. Y no se trata del campanilismo de los sevillanos, se trata de creerse algo, convencerse de eso y extrapolarlo a toda nuestra vida y a nuestro entrono. Se trata de creernos algo grande y eso se transmitirá en nosotros. Si seguimos pensando en el borreguismo que nos rodea, nos dejaremos llevar y seducir por el tufo de palurdos y gañanes de una España oscura - que no entiende de color político - sino de miseria, especialmente intelectual. Esa elite de España trasnochada, no como sentido decimonónico sino como de calaña infame, cateta y abyecta, la representan personajes rechonchos de bonete con borla verde, y toda una pléyade de ellos gobierna, de forma indirecta, a la deriva a cofrades y creyentes. Ellos mismos reflejan, como ámbito más próximo al mundo de la Semana Santa y de la religiosidad popular, el estado de la cuestión, encabezándolo, de tal modo, por su prelado. La improvisación es su fuerte, su punto de apoyo, su forma de entender la vida y las cosas. No son capaces de pensar con altura de miras, no son capaces de entender la dimensión que ello puede tener más allá de los botones de su sotana (¡Ah, que no llevan!)... La fijación de sus poderes en la concepción de la Iglesia propia del señorío y su feudo hace que no hagamos sino sumar un cúmulo de despropósitos.
Y algunos dirán ahora, pero hay qué ver, que la culpa no es de la Iglesia...la culpa es de sus dirigentes, cierto, pero, también hay que mirar a la Plaza del Carmen. El nombre de políticos les viene grande. Gañanes de poca monta, en todo caso, les iría mejor. Un cúmulo de personajes cerriles que a menos de una generación, se sacaban la cera de la oreja con el dedo y luego lo chupaban, mientras masticaban una caña. No tengo nada en contra de las personas que no han podido disfrutar, por circunstancias de la vida, de unos medios suficientes como para obtener un mayor nivel de conocimientos, pero sí estoy en contra de quienes teniéndolo, no se acuerdan de la España caciquil y actúan como tal, haciéndonos perder siglos de evolución. Ya es hora que aspiren a tomar decisiones aquellas personas que, más allá de un currículum, tengan una visión de futuro, de expansión, de promoción adecuada a las circunstancias. Esto no es un juego. El turismo en Granada no es algo trivial y anecdótico. El turismo da de comer a muchas personas,a muchas familias y el turismo no está para hacer campaña absurda. El turismo está hecho para generar riqueza y para dar al mundo una imagen de una ciudad moderna que cuida de sus tradiciones las cuales vive con respeto e intensidad, para dar imagen de una cultura, de toda una serie de circunstancial que sacan a relucir lo mejor de nosotros para exportarlo, así, al mundo.
Los planteamientos vergonzosos con los que se saca a relucir estos desbarajustes de horarios, de fechas, de organización...no dan una buena imagen al ciudadano y, menos aún, al exterior. Como dije, cuando seamos capaces de creer que esto está bien ideado y planteado, podremos ser capaces de asimilarlo y extrapolarlo más allá del quicio de nuestra puerta. La Semana Santa de Granada tiene lo que se merece. No tiene al frente gente lo suficientemente capaz como para organizar eventos de esta magnitud turística, cultural y religiosa. No está preparada. De estarlo, la Federación hubiera contemplado, desde el minuto cero, una comisión encargada de organizar todos los pormenores de la Magna Mariana. Esto no es algo circunstancial, nos jugamos mucho y al Arzobispo que no se le olvide. La espontaneidad no siempre da imagen de cercanía y proximidad, a veces da imagen de incapacidad y desorden. Los desmanes últimos en la beatificación de Fray Leopoldo chillando y arengando dieron imagen de esperpento, de exabrputo y de estar fuera de lugar, después de la solemnidad de la ceremonia. Con sus actos sigue demostrando que esto a Ud. también le está holguero...
No podemos seguir permitiendo desmanes como estos. Hemos avanzado, no lo niego. Pero ni por asomo al ritmo que deberíamos. El estado actual de patrimonio de muchas hermandades, en ningún caso, refleja, realmente la situación filosófica que denuncio. Eso, nos lleva a tomar decisiones absurdas, a comunicarlas de la forma más vulgar y chacabana posible. Vivimos en una sociedad donde la imagen prima. El protocolo es fundamental y la educación también. Quizá, además de bordados y costaleros, deberemos preocuparnos por educar en las formas a los cofrades.
La Semana Santa necesita, urgentemente, de un tirón de freno de mano. Un frenazo en seco. Un susto que nos permite reflexionar, sentándonos y valorando, cada uno dentro de sus circunstancias de lo que ocurre. ¿Qué es la Semana Santa de Granada? ¿Qué somos?, ¿Qué queremos?, ¿Hacia dónde queremos llegar? Nunca podremos encontrar el camino correcto si antes no sabemos ni de dónde partimos ni de hacia dónde nos dirigimos.